SIMPÓSIUM SOBRE EL PODER DEL GÉNERO IMAGINARIO EN MÉXICO
El hombre homosexual afeminado desempeña un papel importante dentro del género imaginario mexicano. Los hombres machos (los machos) y los homosexuales afeminados usan las imágenes de hombres, mujeres, y como una categoría separada, homosexuales, para construir sus respectivas identidades.
El documento está basado en una línea de trabajo que abarca una parte de la clase trabajadora de la ciudad de México y en acuerdos elementales (básicos) de los complicados juegos sociales que involucran a la bisexualidad masculina.
La bisexualidad masculina está muy generalizada en México, pero ello no significa que sea una conducta aceptada: como no se habla al respecto y como no se debe hacer visible, el hombre bisexual no necesita excusas y pretextos para protegerse de cualquier sospecha de que él toma el papel pasivo en la interacción sexual. Mientras esto sea respetado, su masculinidad no se verá afectada por su bisexualidad, como sí sucede con la otra parte, el hombre homosexual afeminado, quien toma lo vergonzoso de esta interacción para sí mismo.
Las prácticas bisexuales pueden compararse con el juego de palabras entre hombres, en el que se efectúan penetraciones simbólicas, cambiando el significado a feminización allí donde se vea implicada una humillación.
Los homosexuales afeminados aceptan su estigma, ayudando así a los hombres bisexuales a obtener las excusas y los pretextos que necesitan, pero defendiendo asimismo una especie de juego con las categorías sexuales: pretenden ser casi mujeres, pero tomando ventaja de su sexo biológico cuando les conviene.
El hombre homosexual afeminado desempeña un papel importante en el género imaginario mexicano. Los homosexuales afeminados utilizan la imagen de los hombres, las mujeres, y de una categoría separada, la de los homosexuales, para construir sus respectivas identidades, oponiendo cada una respecto a la otra.
Las ideas sobre el género están muy ligadas con las ideas de las prácticas sexuales. En el mundo occidental las ideas respecto a la identidad de género están ligadas con la homosexualidad y, más específicamente, con la feminidad de la homosexualidad masculina.
Cuando las ideas sobre el deseo están ligadas a la identidad, la bisexualidad se convierte en una problemática particular, así como la identidad de los hombres se torna ambigua:
• En el norte de Europa, el bisexual frecuentemente ha sido una persona que esconde una parte de sí; que esconde la parte real y muestra la falsa. En consecuencia, la bisexualidad permanece como un fenómeno oculto: breves encuentros en un parque público a altas horas de la noche; relaciones sexuales disfrazadas de amistad; mentiras y sentimientos de culpabilidad.
Pero en otras culturas o en otros tiempos, la bisexualidad masculina (en el sentido de las experiencias sexuales con parejas de ambos sexos) ha sido institucionalizada y pública. El ejemplo más conocido, probablemente, son los antiguos griegos. Foucault (1984) no calificaría a los griegos como homosexuales o bisexuales, términos que actualmente se refieren a una identidad o a un deseo particular.
• Para los griegos, esto –la bisexualidad– era más que una sola cuestión de elección, como cuando uno prefiere la cerveza en vez del vino, o a un jovencito en vez de una mujer. Ello no sería tanto el problema, sino la existencia de reglas que había que respetar. La certeza de los papeles que era necesario mantener.
• El ritual de la homosexualidad entre los baruya en Nueva Guinea (Godolier, 1982) es un ejemplo contemporáneo de la bisexualidad masculina institucionalizada. Los baruya consideran al género algo determinado por sus fluidos corporales, de tal suerte que el nacer de mujeres y el alimentarse con leche materna representa un problema. Así, los varones tienen que alejarse de sus madres para convertirse en hombres y tragar el semen de otros muchachos más maduros para construir su propia masculinidad. Solamente después de este “tratamiento” pueden tener sexo con mujeres. La práctica homosexual es prescrita sin ser entendida como una cuestión, ya sea de amor o de deseo: esto es una necesidad.
Estos ejemplos muestran que la bisexualidad puede ser tolerada e institucionalizada por igual. Pero en ambos casos, la masculinidad es un problema muy ligado a esta bisexualidad de formas tan opuestas: una, donde la práctica homosexual puede debilitar la masculinidad de los muchachos, y la otra, donde al contrario, les ayuda a construirla.
Siguiendo esta lógica, describiré la bisexualidad masculina mexicana entre la clase trabajadora como un juego interactivo particular de lo abierto y lo oculto, lo visible y lo tácito. Mostraré cómo esta bisexualidad también está muy conectada con las ideas sobre la masculinidad e intentaré encontrar algunos de esos puntos sensibles de la cultura relacionados con la masculinidad.
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